lunes, 12 de abril de 2010

Tal parece que Dios era español


Resulta que el 8 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco de Bobadilla estaba completamente bloqueado por el Almirante Holak, entre los ríos Mosa y Waal, durante la Guerra de los Ochenta años. Se agotaron las ropas y los víveres y el bloqueo se estrechaba cada día más. Los enemigos solicitaron a los tercios una derrota honrosa, pero la respuesta fue evidente: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos».
Ante tal respuesta, Holak abrió los diques de los ríos para inundar el campamento español. Pronto no quedó nada más que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio. En ese crítico momento, un soldado del Tercio cava una trinchera y da con un objeto de madera. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada.
De pronto, un viento de no sé dónde y frío como la madre que lo parió apareció aquella noche, dejando el río Mosa completamente helado. Al amanecer, con los españoles flipando, se decidió aprovechar el hielo atacando por sorpresa la escuadra enemiga. Obtuvieron una victoria tan completa, que el almirante Holak llegó a decir:
«Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».
Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia, la flor y nata del ejército español.

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