martes, 6 de octubre de 2009

Historia de Triana volumen One...

El primer origen de poblamientos en la zona, datan de la Edad Antigua, confirmado por el hallazgo de restos romanos.[3] Un incremento importante de la población de esa área, surge en época musulmana, organizado en torno al Castillo de San Jorge, construido en el siglo X. La importancia de este antiguo arrabal y guarda de la ciudad de Sevilla derivaba de su posición estratégica, junto al río Guadalquivir, como llave para las tierras de cereales, vid y olivo del Aljarafe, constituir el camino real hacia Huelva, sede del puerto comercial y última defensa de la ciudad antes de alcanzar sus murallas. No en vano el ejército de Fernando III el Santo, que se asentó en el vecino campo de Tablada, hubo de atacar y destruir el castillo de Triana y el puente de barcas, que auxiliaban desde extramuros a la población sitiada en la conquista de 1248. La construcción del puente de barcas, que fue el primitivo nexo de unión con la ciudad, en 1171, bajo el mandato del califa Abu Yacub Yusuf, supuso un importante incentivo al crecimiento urbano del entonces arrabal de la ciudad, al conectarlo con la ciudad y con la actividad portuaria. El lugar estaba entonces delimitado por una rambla que corría, por lo que hoy es la calle Pagés del Corro.

Tras la conquista castellana, el castillo de San Jorge perteneció a la Orden de San Jorge, instalándose en él la primera parroquia de Triana. En 1481, bajo reinado de los Reyes Católicos, se convirtió en sede del Tribunal de la Inquisición hasta 1626, lo que contribuyó a la mejora del condición social media del barrio.[4] En 1854 se construyó el puente de Isabel II, conocido popularmente como de Triana, que vino a sustituir al antiguo puente de barcas.

Su cercanía al río también le ha supuesto algunos inconvenientes a lo largo de la historia, ya que desde antiguo sufrió importantes inundaciones, pues no contaba con ningún tipo de defensa y en su orilla la fuerza del río era muy intensa. Los refugios habituales de los habitantes, en caso de inundación, eran la iglesia de Santa Ana y el Castillo de San Jorge. Así destacan las inundaciones de 1435, 1440, 1545 y 1554, en estas dos últimas se arruinaron más de doscientas casas.[5] Hasta que las obras y remodelaciones del cauce del Guadalquivir en la segunda mitad del siglo XX evitaron las crecidas. De estos sucesos tenemos constancia en crónicas, relatos orales, documentos gráficos e incluso en azulejos que señalan la altura a la que llegó el agua en determinadas calles.

Fue tradicionalmente un barrio de marineros, obreros, alfareros e industriales, famosa por sus toreros, cantaores y bailaores de flamenco. Contó desde tiempo inmemorial con una presencia significativa del pueblo Gitano o romaní, que se extendió hasta la expulsión de la Cava de los Gitanos por la presión inmobiliaria en la década de 1970, y estuvo casi siempre asociado a la herrería tradicional.[6]

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